DIÁLOGO ENTRE UN GALÁN Y EL ECO II
 
Continuación del poema anterior 


GALÁN: ¡Cómo la ingrata olvidó lo que mostraba estimar! Y él ¿de qué ardid supo usar, que tan presto la rindió? ECO: Dio. GALÁN: Acertó, y es el decoro que ha de guardar el que ama; pero ¿qué le dio a la dama que tan sin término adoro? ECO: Oro. GALÁN: Artillería es que expugna la mayor fuerza de amor; y ¿hubo acaso en su favor del galán tercera alguna? ECO: Una. GALÁN: Dígolo porque ésta allana cualquier duda y la atropella; bien sé que fue hermana de ella, pero no sé cual hermana. ECO: Ana. GALÁN: Si alguna tercera hubiere, esa ha de ser, y otra no; la madre, ¿cómo calló, visto el deshonor que adquiere? ECO: Quiere. GALÁN: Mis versos quisiera solos cobrar, pero no me atrevo; ¿dioles al amante nuevo, o por ventura escondiólos? ECO: Diolos. GALÁN: ¡Que a tal cosa se dispuso la desenvuelta muchacha! ¿Y él puso en los versos tacha, sabiendo quién los compuso? ECO: Puso. GALÁN: Hallaríalos oscuros, versos inútiles, cojos, duros, bajos, y tan flojos, que se caen de maduros. ECO: Duros. GALÁN: Bien sabe de cortesano; ¿No está llano que en blandura son sin igual, y en lisura, y en estilo castellano? ECO: Llano. GALÁN: Pero el sujeto fue indigno, no me espanto; y la infiel ¿vino a murmurar con él también del verso divino? ECO: Vino. GALÁN: ¿Quién tan gran maldad hiciera por un amante segundo? ¿Cómo ha de llamalla el mundo cuando el caso se refiera? ECO: Fiera. GALÁN: Poco es fiera, yo le hallo mejor nombre que le den; mas calla, que yo también me corro de publicallo. ECO: Callo. GALÁN: Que sufra yo una querella tan justa no quiera Dios, muera el uno de los dos; ¿cuál será, di, ninfa bella? ECO: Ella. GALÁN: ¿La palomita sin hiel ha de morir? ¡ay dolor! ¿Cuál hallas tú que fue autor de este delito cruel? ECO: Él. GALÁN: Pues muera, que yo no soy de quien es bien que se alabe. ¿Cuándo quieres que le acabe? Porque resoluto estoy. ECO: Hoy. GALÁN: Mucha priesa es para mí; pero hoy no me determino; oye otro nuevo camino mejor del que yo entendí. ECO: Di. GALÁN: Rematar este debate con muerte, hay Dios que lo vede, pues mátele Dios, que puede, y asegúrese el remate. ECO: Mate. GALÁN: Si yo lo mato me pierdo, porque no hay caso escondido; ¿qué te parece que ha sido todo este mi nuevo acuerdo? ECO: Cuerdo. GALÁN: Viva lo que Dios mandare; solo me di lo que haga del sexo que así me estraga, para que mi mal repare. ECO: Pare. GALÁN: ¿Cómo ha de parar un potro cerrero y desenfrenado? y ¿cuál amor hay criado que me haga olvidar este otro? ECO: Otro. GALÁN: Ya te entiendo, y es exceso; ¿quieres decir que procure nuevo amor, que el viejo cure por haber salido avieso? ECO: Eso. GALÁN: No osaré intentar tal cosa, porque quizá es escapar de una desventura, y dar en otra más peligrosa. ECO: Osa. GALÁN: Y cuando me aventurara, ¿qué dama fuera mejor para servir sin temor que con otro se mezclara? ECO: Clara. GALÁN: De su madrastra he sabido que es bellísima y honrada, blanda, humilde y avisada; pero tiene un mal marido. ECO: Ido. GALÁN: Ya sé que se fue a la guerra; mas hay quien le profetice, si no yerra el que lo dice, que será presto en la tierra. ECO: Yerra. GALÁN: Quieres decir que mintió. ¿Al fin no ha de volver a su casa y su mujer, como al partir lo ordenó? ECO: No. GALÁN: Pues el mayor sobresalto me allanas, yo he de probar por tu consejo asaltar ese peligrosos salto. ECO: Alto. GALÁN: Que ya entiendo que lo manda quien la rueda mueve y guía; y siendo así, ninfa mía, yo me parto en la demanda. ECO: Anda.