DIÁLOGO ENTRE UN GALÁN Y EL ECO
  GALÁN: En este lugar me vide
cuando de mi amor partí;
quisiera saber de mí,
si mi suerte no lo impide.
ECO:                 Pide.
GALÁN: Temo novedad o trueco,
que es fruto de una partida;
mas ¿quién me dice que pida
con un término tan seco?
ECO:                  Eco.
GALÁN: ¿La que siguió con tal priesa
las pisadas de Narciso?
La que por Júpiter quiso
ser contra Juno traviesa?
ECO:                   Esa.
GALÁN: ¿Qué andas por aquí buscando,
bella ninfa? ¿Es a tu amor,
o vencida del dolor,
andas tus males llorando?
ECO:                   Ando.
GALÁN: Así Narciso te vea
con más piedad que solía,
que informes al alma mía
de las cosas que desea.
ECO:                   Sea.
GALÁN: Respóndeme pues del cerro
cavernoso; ¿haberme ido
fue yerro, no habiendo sido
necesario mi destierro?
ECO:                   Yerro.
GALÁN: Hora debió ser menguada,
donde reinó el interés;
la lealtad y fe de Inés
¿qué han medrado en mi jornada?
ECO:                   Nada.
GALÁN: El caso va descubierto,
algún desconcierto ha hecho;
¿es cierto lo que sospecho
de haber hecho desconcierto?
ECO:                   Cierto.
GALÁN: ¿Vístele romper el hilo
que anudó nuestra amistad?
No quieras con liviandad
hacerme cera y pavilo.
ECO:                   Vilo.
GALÁN: A vilo no hay que dudarse,
yo te doy entera fe;
mas lo que viste ¿qué fue?
¿fue olvidarme o fue mudarse?
ECO:                   Darse.
GALÁN: ¡Qué, en tales trances y puntos
Inés con otro se halla!
Di cómo los viste, y calla
las circunstancias y adjuntos.
ECO:                   Juntos.
GALÁN: Ella fue nave sin lastre,
que dio conmigo al través;
y ¿de qué calidad es
el autor de mi desastre?
ECO:                   Sastre.
GALÁN: Mira no se lo levantes;
antes que la conociese
pudo ser que sastre fuese,
mas no en tiempos semejantes.
ECO:                   Antes.
GALÁN: Pues ya no usando el oficio,
que mucho es que se engañase,
¿quién la obligó a que olvidase
mi tierno amor y servicio?
ECO:                   Vicio.
GALÁN: Acaba de resumirte;
de este vicio y perdición,
¿cuál fue la cierta ocasión?
que tenga yo que servirte.
ECO:                   Irte.
GALÁN: Pues presto vine, mas tarde
para corazón tan vario;
¿quiere bien a mi contrario?
Dímelo, así Dios te guarde.
ECO:                   Arde.
GALÁN: Arda, pues tan poco valgo,
que dejo arder esos fuegos;
¿resistió mucho a los ruegos
de ese venturoso hidalgo?
ECO:                   Algo.
GALÁN: ¿Las amorosas porfías
y recaudos importunos
duraron meses algunos?
Dilo, pues que lo entendías.
ECO:                   Días.
GALÁN: La paga parece breve;
y pues que lo redujeron
a días, di cuántos fueron,
aunque mi mal se renueve.
ECO:                   Nueve.
GALÁN: Corta en palabras anduvo,
propiedad de vizcaínos;
y ¿hubo acaso en los vecinos
quien tanta ventura tuvo?
ECO:                   Hubo.
GALÁN: Pues a propósito llega,
dime el nombre sin tardanza
de aquel que el mar en bonanza
y el viento a popa navega.
ECO:                   Vega.
GALÁN: Primero que me partiese
tuve yo del mal espina;
no es Vega, unto a la esquina,
con quien tuve el interese.
ECO:                   Ese.
GALÁN: Que cometió aquel delito
que todos saben del trigo,
por quien le vino el castigo
que en flor lo dejó marchito.
ECO:                   Chito.
GALÁN: ¿Que calle? Donosa estás.
¿No fue público el engaño,
y él no me ha hecho más daño
que yo le haré jamás?
ECO:                   Más.
GALÁN: Al fin su amor fue al desgaire;
debió ser, porque en efecto
cuanto le di fue un soneto
y otros versos de donaire.
ECO:                   Aire.
GALÁN: Yo se los di por dinero
de más valor y provecho;
mas, ¿qué son versos en pecho
sin amor, hecho de acero?
ECO:                   Cero.
GALÁN: Por experiencia lo vi,
que realmente en mis amores
codició fruto, y no flores;
¿tú no lo entendiste así?
ECO:                   Sí.


Continúa en el siguiente poema