Amor, no es para mí ya tu ejercicio, porque cosa que importa no la hago; antes lo que tu intentas yo lo estrago, porque no valgo un cuarto en el oficio. Hazme pues, por tu fe, este beneficio: que me sueltes y des carta de pago. Infamia es que tus tiros den en vago: procura sangre nueva en tu servicio. Ya yo con solas cuentas y buen vino holgaré de pasar hasta el extremo; y si me libras de prisión tan fiera, de aquí te ofrezco un viejo mi vecino que te sirva por mí en el propio remo, como quien se rescata de galera.