VICTORIA

Estaba abierto el cielo y mi hijo en mis brazos, 
tan indefenso y tibio y aterido y fragante 
que lo sentí una obra sólo mía, victoria 
de un cuerpo paso a paso ofrecido a su cuerpo. 
Lo envolví con mi aliento y él tuvo el soplo tibio 
en el que una paloma se sostenía en vuelo.