UNA BRISA

Con no previsto acuerdo a mitad del verano,
en el torpe sofoco del hueco de la siesta
me recorre una brisa, nuca abajo, la espalda.
Me doblego al quehacer de su oficio envolvente,
y al sueño al que me entrego, mientras arde la tarde
en la impasible llama que no consiente tregua.