A Juan Bernier
Oigo crujir tus hojas y vuelvo a estremecerme, memoria de noviembre con la fruta en los labios, pervertido jardín que hollé una vez, descalza, y en el que, de rodillas, llevé mi frente al suelo. Tengo el leve recuerdo de un sollozo y mi nombre, y fielmente el del hueso, áspero, cautivo.