Una cosa, amor mío, me será imprescindible para estar reclinada a tu vera en el suelo: que mis ojos te miren y tu gracia me llene; que tu mirada colme mi pecho de ternura y enajenada toda no encuentre otro motivo de muerte que tu ausencia. Mas qué será de mí cuando tú te me vayas. De poco o nada sirven, fuera de tus razones, la casa y sus quehaceres, la cocina y el huerto. Eres todo mi ocio: qué importa que mi hermana o los demás murmuren, si en mi defensa sales, ya que sólo amor cuenta.