A DON MANUEL QUINTANA EN ELOGIO DE SU ODA AL OCÉANO

Quise atrevida del sonoro Pindo
hollar la falda, y el orgullo necio
hasta la cumbre del celeste monte
con vano aplauso mi ambición conduce.

Admiro el brillo de castalio coro, 
de Apolo el carro, de su luz el giro,
y más admiro, que el silencio reine,
donde reinaba su divino canto.

El dios me anima, y en su bello rostro
dulce sonrisa plácido me muestra,
y así me dice con afable acento:

“En vano, Amira, con tu lira quieres
en el Parnaso colocar tu nombre;
busca modelo que tu genio guíe;
oye a Quintana, que en su canto pinta
el ancho Ponto las bullentes ondas.
Las nueve musas en su metro vieron
el incesante vividor tumulto,
que el austro agita con airado soplo:
y todas callan, y su voz escuchan,
cuando en la orilla contempló la inmensa
mole argentada, que rugiendo bate
la dura roca y el soberbio escollo.

Ora en la arena deslizada corre,
ciñendo el globo, para ser su tumba;
y antes del plazo sepultó en su seno
vastas regiones de ambición henchidas.

Después al metro dando nuevo giro
celebra al hombre, que en el cielo arranca
el rumbo al polo, y a la ignota gente
lleva el comercio con fecunda mano.

Mas ¡ay!, que luego de furor cubierto
el fiero Marte por las naves gira; 
odio y codicia, por do quier le siguen,
estrago y guerra siempre le acompañan.

¡Ah! Vieras como se horroriza y tiembla
oyendo guerra de Quintana el genio;
y como invoca las sañudas olas,
porque en su seno puedan sepultarla.

Vieras Neptuno, cuando oyó su canto
hundir medroso la arrugada frente
en el abismo de su inmenso golfo:
solicitando que Plutón le ceda
el negro cetro que el averno rige,
por el tridente que las aguas manda.

Amira, deja a tu orgulloso intento:
con nuevo estudio mejorar procura
el canto antiguo de tu humilde lira;
y elogia entonces de Quintana el numen,
honor y gloria de la musa hispana.”

En vano, Apolo; mi obediencia quiso
con alabanzas celebrar su metro.
Tú hacerlo puedes, y el festivo coro:
pero yo en tanto tu favor imploro.