EL DELIRIO

En elogio de la representación de la opereta intitulada el delirio,ejecutada en el Coliseo del Príncipe


Almas sensibles, escuchad mi canto. Para vosotras mi olvidada lira vuelve a sonar no más; bañada en llanto, en llanto de ternura, la mágica pintura del Delirio os presenta; oíd mi acento, que a vosotras no más dará contento. Si de la admiración arrebatada de Marte asolador canté el estruendo, y los héroes siguiendo, vi de su carro el giro pavoroso con sangre señalado, y de funestas lágrimas regado; hoy, que del vicio el vergonzoso fruto movió mi corazón con sus horrores, responderá mi voz a sus clamores. Amaneció de luz y gloria lleno el venturoso día, que ansió mi corazón; las bellas artes combaten la maldad; naturaleza para su triunfo el genio les ofrezco de un actor singular; por todas partes la compasión con el terror volaron, cuando el Delirio en él representaron. Mirad su frenesí: ¿cuál es la causa de ese horrible furor, con que se agita? El juego que os incita, el juego que su mente ha trastornado, y al hombre virtuoso ha degradado. ¡Ay! Yo gemí con él; y mis suspiros y los de un pueblo con los suyos fueron: ¡Ay! Yo lloré con él; pero mi llanto las lágrimas de todos confundieron: ¡ah!, malvados, temblad llenos de espanto, oyendo sus lamentos doloridos; temblad, cuando lo veis romper la tierra por pagar el engaño; ella algún día os negará el sustento; y si cavando osáis buscarle en su abundoso seno, del corvo hierro el golpe rechazando, lanzará de su centro horribles gritos, que dirán: no mantengo los delitos. Lejos de este espectáculo, vosotras gentes endurecidas; lejos de aquí el tumulto en que engreídas corréis tras los placeres bulliciosas, entre el vano aparato sin sentido. El rostro ni el vestido de este sublime actor, ni la armonía, que arrebata pintando sus pasiones, moverá vuestra helada fantasía; Él habla a los sensibles corazones. Los que con él en su aflicción gimieron, también en sus consuelos se gozaron, cuando al Delirio vieron la calma suceder. Vuelve piadosa la cándida virtud: ved el semblante de esa esposa constante, que con voz angustiada y melodiosa, extendiendo sus brazos; la razón le devuelve en dulces lazos. La amistad, que la sigue, con la tierna piedad de un aldeano, y el alborozo ufano de la sencilla gente forman, poniendo fin a su martirio, el patético cuadro del Delirio. Música y poesía encantadoras, genios de imitación, abrid el templo de la inmortalidad, y en su recinto coronad al actor, que despreciando el negro vicio, y la ignorancia hollando, logró la admiración de nuestra España: porque tan bello ejemplo quede a los siglos en el sacro templo.