YA NO ME BESAS

Un viento inesperado hizo vibrar las puertas 
y nuestros labios eran de cristal en la noche 
empapados en sangre dejada por los besos 
de las bocas perdidas en medio de los bosques. 

El fuego calcinaba nuestros labios de piedra 
y su ceniza roja cegaba nuestros ojos 
llenos de indiferencia entre cuatro murallas 
amasadas con cráneos y arena de los trópicos. 

Aquella fue la última vez que nos encontramos, 
llevabas la cabeza de pájaros florida 
y de flores de almendro las sienes recubiertas 
entre lenguas de fuego y voces doloridas. 

El rumbo de los barcos era desconocido 
y el de las caravanas que van por el desierto 
dejando sólo un rastro sobre el agua y la arena 
de mástiles heridos y de huesos sangrientos. 

Aquella fue la última noche que nuestros labios 
de cristal y de sangre unieron nuestro aliento, 
mientras la libertad desplegaba sus alas 
de nuestra nuca herida por el último beso.