Dudé si compararte con la nube o la luna: Agua fugaz para mi sed, caricia de luz distante en sombra íntima y única. Ramas cansadas, últimos delirios esperaron en vano que la antigua costumbre de los astros me alumbrara; dádivas de la nunca previsible constancia de los meses mi sien tocaran con sus manos húmedas. Toda mi piel gozó tu piel un día, toda mi noche se encendió en tu púdica palabra sin futuro. Sé que un agua de juncias densa y clara se me oculta y me llama y no sé si de mi sed se burla o, para ser, mis labios busca. Compararte pudiera a los oasis -no a la nube inconstante, no a la luna mudable-, pero sólo oigo mis pasos, no de tus palmas la envolvente música.