Y era un silencio duro como piedra; un silencio de siglos. Era un silencio adusto, impenetrable; un silencio sin venas. Era un dolor de amor, hecho de largas noches sin el amado. Hecho de fieles manos que se tienden estremecidas, solas. Era una voz dormida entre las sombras, unas lágrimas secas. Febril temblor de labios, una loca esperanza desierta.