Tú, luna, si me hablaras, si debajo de tu corazón frío tuvieras, libre, un alma. Si dentro de tu silencio azul palpitaran palabras encendidas, a mi vencida sangre despertando. Si tus pasos dejaran una senda y un marcado camino para escapar al mundo de lo incierto. Ay, luna, si llegaras, luz de errante desvelo, hasta mi casa. Si abrieras los balcones de la noche, y entre escalas de aromas tus manos me tendieras. Si olvidando tu ciega indiferencia, llenaras a mis ojos de esos verdes paisajes, donde tienes escondido el secreto de tu llama. Ay, luna, siempre luna, por tu ventura inmóvil, inútilmente luna de mi llanto. ¡Si tu me oyeras, luna!