DÉCIMAS A PEDRO DE RAGIS

DÉCIMAS A PEDRO DE RAGIS,
PINTOR EXCELENTE DE GRANADA


I

Pues que imita tu destreza,
¡oh Ragis!, no al diestro Apeles,
en la solercia, en pinceles,
en arte, industria y viveza,
sino a la Naturaleza
tanto que el sentido duda
si tiene lengua, o es muda,
la pintura de tu mano,
o si el Pintor soberano
a darle alma y ser te ayuda.


II

Hoy favorecido dél,
tabla o lámina prepara
para la empresa más rara
que emprendió humano pincel;
pinta al Arcángel Gabriel,
gloria de su Hierarquía,
con el aire y gallardía
de la más hermosa dama
que LOA Y SAlva la fama
anunciando a su Mesía.


III

No traces ni hagas bosquejo
de esta admirable pintura,
sin mirarte en la hermosura
de quien della es luz y espejo,
que aunque sigas mi consejo,
no saldrá el retrato tal
que iguale al original;
anima y esfuerza el arte,
podrá ser que imite en parte
su belleza celestial.


IV

Para retratar su pelo,
del oro las hebras deja
y húrtale su madeja
al rubio señor de Delo;
los rayos digo que al suelo
más ilustran y hermosean,
que rayos quiero que sean
de luz, si de fuego son,
porque el alma y corazón
con más fuego y luz le vean.


V

Fórmale rizado en parte,
que hace riza, y ha de ser,
red no, casa de placer
del amor Venus y Marte;
lo demás vuele sin arte
por el cuello y por la espalda;
del rubí, de la esmeralda
y brillante pedrería,
que el sol con sus hebras cría,
le ciñe rica guirnalda.


VI

Deja colores del suelo
para dibujar su frente
y tome el pincel valiente
lo más sereno del cielo;
tu cuidado y tu desvelo
de la vía láctea, breve
parte tome, si se atreve,
y saldrá desta mixtura
serenidad y blancura
de cielo claro y de nieve.


VII

Cambia al ébano el color
y con él en vez de tinta,
dos iris hermosas pinta
en este cielo menor,
prendas que nos da el amor
de paz y serenidad;
mas si encubre su beldad
nube de ceño, o se estiran,
arcos son, y flechas tiran
de justa inhumanidad.


VIII

Alienta el pincel y copia,
si tú el aliento no pierdes,
dos soles, dos niñas verdes,
luz de mi esperanza propia;
de rayos perfila copia
en una y otra pestaña,
pero de sombra los baña
si no quieres quedar ciego,
aunque, si ciega, su fuego
admira, eleva, no daña.


IX

Recoge su honesta vista
con grave modestia, y guarte
no mire más que a una parte,
que no habrá quien la resista.
Almas y vidas conquista
de lo más grave y más fuerte,
que es fuerte como la muerte
su mirar dulce y suave;
mas dichoso aquel que sabe
que le ha cabido tal suerte.


X

Forma dos nubes hermosas
embestidas destos soles
o dos bellos arreboles
o dos virginales rosas;
(pues que no nos da otras cosas
de otra belleza más rara
la naturaleza avara);
y harás sus mejillas dellas,
más hermosas y más bellas
que las del Aurora clara.