LA SORPRESA DE ZAHARA (José Zorrilla) (Parte I)



I

Está Zahara en una altura
entre montaña y colina
sentada en la peña dura,
que asoma la cresta obscura
por entre Ronda y Medina.
Cuando encienden los cristianos
de noche hogueras en ella,
no distinguen los paisanos
si son sus fuegos lejanos
luz de atalaya o de estrella.
Y al bajar al Occidente
confunde la luz del sol
las lágrimas de la fuente
y el arnés resplandeciente
del centinela español.
Y si alguna nube errante
del valle exhalada sube,
parece el pendón flotante
hijo de la blanca nube
que va saltando delante.
Allí los moros pusieron
sus atalayas un día;
un foso después abrieron,
y la villa concluyeron
porque el invierno venía.
Tuviéronla muchos años
de los cristianos guardada,
y con mil modos extraños
causáronles muchos daños
en guerra tan prolongada.
Que a la sombra guarecidos
de las huertas y olivares,
bajaban como bandidos,
y robaban atrevidos
alquerías y lugares.
Los cristianos toleraban
con rabia tales desmanes
y vengarse meditaban,
mientra ufanos ocupaban
la villa los musulmanes.
Éstos, por cierto, valientes,
eran pocos, confiados
en el brío de sus gentes;
los otros, que eran prudentes,
los cogieron descuidados.
Con fosos y torreones
guarda hoy la morisca villa
en sus pardos murallones
los sobrepuestos blasones
de Aragón y de Castilla.
Que los nuestros la asaltaron,
y guardarla no supieren
los moros que la fundaron;
cinco veces la ganaron
y otras cinco la perdieron.
Por eso los vencedores
alzaron doble muralla,
y alzaron torres mayores
para quedar los mejores
en el sol de la batalla.
Por eso una sola senda
dejaron en todo el cerro,
porque más fácil se atienda
la sola puerta de hierro
si se empeña la contienda.
Por eso están los cristianos
malamente entretenidos
en casa de los villanos,
en pensamientos livianos
con las mozas divertidos.
Que osados y licenciosos
son además los soldados
cuando en puestos apartados
les dejan vivir ociosos
por fuertes o por cansados.
Pero avaros de venganza,
mas advertidos los moros,
hicieron punta a su lanza
mientras ellos en holganza
jugaban zambras y toros.
«De más a esos perros ya
la villa estuvo sujeta,
dijeron; vamos allá,
que por nosotros está
la voluntad del Profeta.»
Misteriosa expedición
propusieron a tal fin;
y para aquesta ocasión
dieron gentes en unión
la Alhambra y el Albaicín.
Salió el viejo rey Hazem
con gente muy escogida,
y dicen los que le ven:
«Alá té lleve con bien,
y vuelvas con honra y vida.»
Saludóles al pasar
el musulmán con la mano,
diciendo el arco al cruzar:
«Le tengo de festonar
con cabezas de cristiano.»

La tarde estaba nublada,
el viento ronco mugía,
y gruesa lluvia pesada,
la noche apenas entrada,
en anchas gotas caía.
Veló medrosa la faz
la luna entre nubes pardas,
y brilló en la obscuridad
el relámpago fugaz
en broqueles y alabardas.
Caídos los martinetes
sobre las mojadas telas
revueltas en los almetes,
caminaban los jinetes
el lodo hasta las espuelas.
Mohino el Rey por demás,
iba escuchando el rumor
de los pasos a compás;
después iba un atambor,
y los soldados detrás.
Iban entre los peones,
en vez de picos y palas
y estrepitosos cañones,
muchos moros con escalas
para entrar los torreones.
La luz del siguiente día
apenas cumplida fue,
ya Zahara se descubría;
llegó la noche sombría
y la tocaron al pie.
Contó el Rey cuidosamente
las hogueras y señales;
consultando diligente,
sus espías y su gente
partió en dos bandas iguales.
Guardando el cerro dejó
los jinetes y escuderos,
y él mismo después trepó
con algunos caballeros
y soldados que tomó.
Seguía la tempestad,
zumbaba agitado el viento
rodando en la obscuridad
y azotando la ciudad
con temeroso concento.
Se oía caer bramando
la lluvia de las montañas,
de peña en peña chocando.
a la llanura arrastrando
espinos, olmos y cañas.
Y en el alto torreón
aturdido el centinela,
murmuró humilde oración
acurrucado al rincón
de la covacha en que vela.
Y al calor de su gabán,
con el monótono arrullo
que allí las aguas le dan,
durmió rendido su afán
oyendo el vago murmullo.
Soltó la lanza su mano,
fijó el rostro en la rodilla,
y así soñó el veterano
una aurora de verano
en un lugar de Castilla.


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