MADRIGALES
I

A los cabellos de su dama

En una red prendiste tu cabello,
por salteador de triunfos y despojos,
y, siendo él delincuente,
lo sueltas, y me haces de él cadena.

No fíes de él, oh lumbre de mis ojos,
que es lazo, y mucho se te llega al cuello;
llégalo al mío, y pagaré la pena,
porque diga el Amor, siendo testigo,
que mi premio nació de su castigo.


II

A un arroyo

Pobre viste, perdiendo tu decoro,
arroyuelo gentil, con noble pena,
lecho y margen sin oro ni verbena,
agua sin lustre, arena sin tesoro.

Mas ya miras riquezas al trasfloro
después que el nombre de mi Laura suena,
en lecho, en agua, en margen, en arena,
de perlas, de cristal, de flores, de oro.


III

Al sol sobre su dama

Vuela más que otras veces,
sol, desenlaza libre tu presteza,
y mira no tropieces
en tu misma furiosa ligereza.

No alcancen a tus postas voladoras
con pies de viento las sucintas horas;
que con más honra volarás rogado
que de mi sol vencido y afrentado.