AL VER QUE LA VIDA ME VUELVE EL ROSTRO
Al ver que la vida me vuelve el rostro
y que la muerte me ha de atrapar sin remedio,
sólo anhelo vivir escondido
en la cima de un monte, donde el viento sopla;
solitario, comiendo lo que reste de vida
las semillas del campo y bebiendo en los hoyos de las peñas