LA CANCIÓN DEL MARINO
De lo más alto en los cielos,
donde las lunas se crecen,
cargando con mis anhelos
bajé una noche a la mar
a contar barcos y peces.
Y había un marinerito
que sentado en la escollera
y mirando los barquitos,
entonaba con tristreza
esta copla entre suspiros:
“Barquilla que yo cuidaba
y que fue mi gran amor.
Con lo que yo la mimaba,
una ola me la robó
¡Tanto era que la envidiaban!
Era mi novia coqueta
que se engalanaba alegre
con la vela por peineta,
y sus quillas de balance
luciendo por la caleta.
¡Ay! Que armonía de fuente
cuando era la mar en calma.
¡Ay! Que dolor tan profundo
cuando recuerdo a mi barca.
¡Ay! Que mi llanto está haciendo,
que sea la mar salada”.