UNA VISITA
Miré su silueta en la lejanía.
Robusta, austera y a la vez altiva.
Contemplé la torre que alta subía
y en ella, mi alma se llevó cautiva.
¡Sobre el olivar, la tarde caía!
Era todo mayo una sinfonía
de dorado cielo y verdes matices.
El alegre arroyo a sus pies corría
cantando recuerdo de años felices.
¡Sobre el olivar, la tarde moría!
Mírame -le dije- aquí todavía,
vengo a contemplar tu porte de espiga
retando al tiempo con tu bizarría.
Silueta querida, amante y amiga.
¡Sobre el olivar, la noche yacía!
La tarde murió. Llena de harmonía
la luna al nacer lo pintó de plata.
Aún vive en mi alma aquel bello día,
y en mi mente está, su silueta grata.