A VATES INCIPIENTES


Al pedirme un elogio del Soneto,
mal contáis con mi pluma, que, reacia
se detiene, pues ve su ineficacia
en asunto que a juicio lo someto.

El tratar de internarme en el secreto
del Arte, de lo Bello y de la Gracia,
en mí sería pretenciosa audacia
y empresa superior, que no acometo.

Sois vates incipientes; mis lecciones
hubieran de causaros confusiones:
admitir, por lo tanto, mis excusas.

Yo no acierto a ensalzar las rutilantes
refulgencias del oro y los diamantes
del joyel predilecto de las Musas.