EL RECUERDO TRISTE

Oda XXIII

Bello jardín, que un tiempo
fuiste, de los suspiros
de mi adorado ausente
y de mi amor, testigo
¿para qué recuerdas
aquel tiempo querido,
en que era de mis dichas
el centro tu recinto?
Paréceme que escucho
al blando cefirillo
meciéndose en las hojas,
decirme compasivo:
"¿Qué buscas ya, Silena,
en este verde sitio,
sino tristes memorias
de tu adorado hechizo
de aquel amante tierno,
que cuanto más rendido,
más tímido ocultaba
su vehemente cariño?
Sentado aquí a tu lado,
trémulo y pensativo,
mil veces probó, en vano,
declarar su martirio.
Aquí, la vez primera,
por ti muero, te dijo,
y en sus lánguidos ojos
su triunfo miró escrito.
Aquí su ardiente labio
y los tuyos, ¡cuán finos!,
¡cuán tiernos pronunciaron
un juramento mismo!
Hasta el último instante
aquí estuvo contigo;
aquí el adiós postrero
profirió, con delirio.
Así, tierna Silena,
huye de este recinto,
pues su vista destroza
tu pecho conmovido".