FRAGMENTOS


¡Caballo mío, llévame en un vuelo
a la pradera que da risa al río,
donde baila y resuena el amor mío!

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Soy un violín desconcertado y mudo
y quiero arrinconarme,
y yo mismo me eludo
porque tengo pavor a emocionarme.

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Clavada en la arenisca,
sella el crustáceo muerto escarapela
y la carne es arisca
sílice gis, que hiela.

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En el oblicuo ramo de la ausencia,
tu camino de estampas,
epítetos de clara equivalencia
bajaban por el borde de sus rampas.
Y aunque el tímido amante
del soslayo del cuerpo desdoblado
descartó las estrellas del instante
en un mar sin espumas, despumado,
cada atril soportaba los esquifes
de corcheas tripuladas
por negros matarifes
de cabezas por ti electrocutadas.

***