LA GARNACHA Y EL TEMPRANILLO
En el umbral del estío tuvimos un nuevo encuentro,
bajo la atenta mirada del sol y de los chopos de la ribera.

Llegué sudoroso del sur a tu casa de Castilla,
y te encontré, sirena del Ebro, con tus canas vivas.

De los sarmientos de tu cepa, manaron dos racimos:
el primero garnacha y el segundo tempranillo.

Al verme, el salitre del Moncayo
que envuelve tu cuerpo, desprendió erizadas lágrimas.

La garnacha está florida y te acompañaba por tus espinas.
Yo sentado en el rectorado, te esperaba con el tempranillo.

Son vides riojanas que se crearon con sangre tuya y mía;
cincuenta por ciento de Soria y el resto de Andalucía.