SARATAMA
Mi cuerpo desprende gris agonía
y las campanas tocan a muerto.
Mientras, la sangre roja del poeta
cruje de gozo, esperando la mortaja,
en esta madrugada de mi último viaje,
camino de Muro a los pies del Moncayo.

Saratama de mis nieblas y romero de tus labios,
lágrimas reprimidas, miradas esquivas,
viento, cierzo en la distancia,
chopos de la ribera del Ebro,
cereales en las campiñas sorianas,
rescoldo de las hogueras
y mansas aguas del Duero,
a su paso por San Saturio.