LA LLEGADA
 

Kilómetros de ti..., te ando y te llego. 
Vocerío de la sangre sobre ruedas, 
y el temor infantil de que no cedas 
a este pez buceador, nadando en fuego.
 
Cedes, cedes, te das al bello juego 
amorosa y tenaz sobre las sedas, 
y me sales triunfar a las veredas 
de este rocío de amor con que te riego.
 
¡El grito del jazmín qué enamorado 
cuando se ruboriza en amapola 
calladamente, dándose de lleno!

¡Qué cosquillas de Dios en mi costado!
Rumor de abeja hasta mi sien, en ola,
limpiándome de brozas y de cieno.