PALIDONIA

Ille ego quie quoandam… Yo, aquel que, en un momento
de ligereza absurda
y olvido de mí mismo.
para recibir el decenal y menguado estipendio
de las quince pesetas tabelionarioas y regiocamelistas,
maldije de la viril pujanza y el nervioso lirismo
de los Apolónidas ebrios de porvenir,
contrito y conveso
alzo hoy mi voz humilde y sincera
para retractarme del torpe juicio
que vendí al Nihil Prius FIDE
(a tout seigneur, tout honneur)
y pedir el último puesto en la augusta Falange
y mandarte con mis ardientes vítores,
¡oh Rafael, gran Maestro y Apóstol,
tierno y clarividente a lo Vinci!
Todo mi corazón de poeta.