En una habitación hay una pobre vela, ¿no hay electricidad? Una llamita roja, amarilla, violeta, agiganta las sombras. Al fondo suena un timbre como de bicicleta: no abras, nunca abras. La luz se debilita con la tristeza recta. Al fondo del pasillo parece hablar el aire: no te consumas nunca, nunca duermas.