Hablar de nada es, hoy, hablar de mucho. No va a llover por más que tú analices. Mantente, pues, a un lado y piensa en Beckett: no hay nada que decir ni que escribir, pero es imprescindible expresar eso. Nadie respira porque le apetezca. Si las palabras deben respirar, que emigre este poema hacia sí mismo y sea el verde sol del árbol solo. La poesía tal vez sea un oxígeno, un subir a por aire necesario para bajar después a lo de siempre. Te acuerdas de Mondrian y sus silencios, tan plenos, tan callados, tan hablantes. Lo mismo que él, solista del color, tendrías que decir hoy lo que digas. Que te perdone el día con su urgencia; que te disculpe el hierro del instante. Deja la actualidad, que se hace sola, y ve al presente, que te necesita. (De Intemperie, 1995)