Vivir ante el cristal de un lento mundo nos pone complicados: esta tarde con avenidas rápidas y a las seis es de noche descubro la vergüenza de no saber llegar al centro de otras vidas si no es mediante pobres abstracciones. La de que no haya vidas sino vida, por ejemplo, y por tanto la mía sea la de todos. Se encienden las ventanas. (De Intemperie, 1995)