Yo mismo Inquieres que te cuente cómo vivo mis días. Así, sencillamente, me pides que escudriñe mis rincones del alma. Y no sé qué decir... (ya lo explicó Celaya) que hasta morir, vivir es ir llenando páginas de amor y desamor de sueños y esperanzas. Yo tengo mis vacíos, mi hueco irrellenable, cuando aspiro y me quedo de aspiraciones roto, pero también tengo el poso donde se agolpan los recuerdos. Con todo ello, el tiempo y las vivencias crearon una engañosa pátina de madurez, de sorna y experiencia. Pero en el fondo soy aquel niño un poco envejecido por células caducas que aún se emociona y que sueña y vibra ante el amor, el arrebol, la aurora. Poemas en tiempo de desaceleración