En esto podéis ver, señora mía, la razón que tenéis de maltratarme, que si vengo ante vos para quejarme el temor me acobarda y me desvía. Anda tan ciega ya mi fantasía que llego alguna vez a aventurarme, mas un no sé qué se viene a estorbarme, y no es, aunque parece, cobardía. Ved cuál debe de estar quien no se entiende: que siendo causa vos del mal que siento, de vos, que lo causáis, me cubro y celo. Pues si mata el callar, decillo ofende, ¿qué remedio tendrá quien su tormento le tiene a vuestros pies ya por el suelo?