Luz que a mis ojos das luz más serena, vida que da la vida al alma mía, beldad por quien se aparta y se desvía de sentir el sentido y enajena; gloria de mi dolor, bien de mi pena, de todo mi pesar sola alegría, fuego que hace arder mi fantasía del más sabroso ardor que amor ordena; ¡pudiese yo, como querría, mostraros el pecho abierto, do el amor ha escrito cuanto quiero y no acierto a descubriros! Mas si no puede ser para moveros que llegue ya mi mal a lo infinito, ¿qué más cierta señal que mis suspiros?