De repente, la música. Fulgor inmemorial, emerge de lo absorto y se estaciona en estas anhelantes adyacencias del silencio. En derredor la luz ocupa los audibles tonos fértiles de un inmanente gozo sin segundo y el veredicto de la plenitud se filtra entre la furia voluptuosa del saxo. El mundo cabe en esa súbita constancia musical de haber vivido.