Quise buscar palabras, gritos en estado de alerta, la materia prima del sueño. ¿Adónde ir, llamar? Quemar mi historia, ¿en qué papel? Todo está lleno de luz: nada está escrito. Quise contar los días malgastados, restablecer lo venidero en la espesura febril de lo vivido. ¿Cómo poder buscarme, merecerme, a mi sueño un alfabeto puro? Nada se salva de las sombras: todo está escrito. Mi palabra no es mía, vive nutriéndose, manchándose de ajena vanidad. El tiempo es quien lleva mi mano, quien conduce las aguas remotas que me asedian. Estandarte de todo lo que escribo, van los años guiándome, perdiéndome por los puentes del sueño. ¿Qué soy yo: furia callada contra la fortaleza del vacío, violado espejo en cuya niebla bebe la boca de la fe? Libre, jamás lo fui. Tiempo, costumbre, horaria soledad, estáis aquí escribiendo lo que yo no sabría.