LAURA
Si el canto tuviera nombre,
si la mirada tuviera voz;
si la tormenta fuera un susurro,
si la sangre solo fuera sudor.
Si el llanto fuera una sonrisa,
si la tristeza tuviera color,
si el hambre nunca existiera
y el humo solo fuera vapor.
Si la soledad se fuera de fiesta,
si el vinagre se volviera licor;
si las lágrimas no fueran amargas
jamás te hubiera necesitado yo.
Si el desierto fuera un oasis,
si la pena jamás causara dolor;
en el páramo crecieran flores
y el olvido no fuera desamor.
Pero la noche siempre es oscura
y las sombras siguen dando temor;
la soledad sigue siendo triste
y aún hay quien sufre por amor.
Siempre, siempre estás ahí cerca
notando tu ánimo y tu calor;
y por saber siempre supe
que sin ti, nada tendría valor.