EL CAMINO

Todavía sigo aquel camino
que de niño un día vislumbré,
era estrecho, árido y pedregoso;
cubierto de retama y espinos,
baldío y yermo por doquier.

Todavía me cautiva la belleza
y la fragancia de una rosa,
aun se sorprenden mis sentidos
con el destello de la naturaleza
y la metamorfosis de las cosas.

Con mi atuendo hecho jirones
camino por aquella senda
que lustros hace que emprendí;
con mi alforja llena de ilusiones
avanzo sin que nada me detenga.

Y voy cruzando arroyos y ríos
bajo la sombra de los robles,
cuando amanece, trinan los jilgueros
y me sumerjo en el frescor del rocío
y en la espesura de los bosques.

Por instantes, me fundo con la aurora
en una aleación de platino,
pura, cristalina y maleable;
mis instintos se rebelan y lloran
al descubrir tan triste sino.