Te soñé, al galope de un caballo en paisajes creados por mi mente, cuando eras un sueño solamente de los tiempos de príncipe y lacayo. Y esperé, que llegases como el rayo ¡tronando con tu luz!, o simplemente… Que al mirarme tus ojos dulcemente fulminasen de amor hasta el desmayo. La figura de un príncipe ideal que esta niña de pueblo imaginó, cede el paso a tu amor, que es mas real. Y en la bruma del tiempo ya olvidó esa historia de fábula irreal, pero el don de soñar... No lo perdió.