Un anciano atraviesa la espesura, camina entre las ramas del silencio bajo un cielo crispado que desciende con su lento nublar sobre la tarde. Como una red tupida de hojarasca esparcida a la sombra de este bosque, así es su corazón ya deshojado que acaricia la luz con mansedumbre. Con su hatillo de días y el semblante de quien no ha visto nada en el sendero, un anciano atraviesa la espesura, le da, con su mirar, significado.