Hoy he visto pescado en una acera. Un solo pez en dos mitades. Solo con una mancha blanca último encuentro del ser con su entusiasmo por vivir. No me miraba porque no miraba yo lo miraba a él que era un pescado y no era nada más yo estaba triste o alegre no recuerdo. Ni un asombro en sus ojos recién desvalijados. No era más que un pescado en una acera igual que habrá otros tantos otras muchas y yo no era jamás uno que pasa o quizá sí lo era y me arrepiento. Y qué tendrá un pescado sobre el mundo para que yo lo mire ahora escriba ahora envíe luego den más tarde el mensaje a tu mano y tú lo leas ahora sólo ahora. Qué tendrá pasar por una calle ver la mancha. La mancha blanca como vida en blanco que dan a la persona y se recibe. Qué tiene el pez para estar muerto ahí como han muerto otros peces pero ahí para que yo lo mire cuando ahí cruzo y él quieto cruza a mi memoria entre los cien detalles de este día. Y sin aletear como memoria que sólo guarda gestas sorprendentes como encontrarse un pez a la mitad del trayecto y mirarlo porque existe. Y qué más da si existen otros peces si a éste hoy lo he visto entre los peces y muerto y casi he echado alguna foto. Y sin retroceder ni hacerme víctima yo he llegado hasta aquí te he escrito esto que aunque te llegue lejos fuerte escribo para decirte sólo que hoy el día no ha sido más que el tímido pescado sin atreverse casi a haberse muerto y el día no ha tenido más espinas que las diseminadas por la mancha y no he gastado tinta en escribírtelo ni la fotografía se ha velado. (Demanda de Sol) Poema cedido por David Leo García para www.poetasandaluces.com