ALMA CAMPESINA
Poema que da título a uno de sus libros fundamentales
Tengo yo una lira vibrante y sonora
restos de los años de mi juventud,
que al trinar remeda la guitarra mora
y el plañido triste de amante laúd.
Afiné sus cuerdas al sencillo acento
de rudos cantares de hortelanería,
y oí que sus notas lanzadas al viento
sonaban a tono con el alma mía.
Cuando en la nostalgia de mis soledades
placideces dulces de mi vega añoro,
vibran como un iris en mis tempestades
rimando recuerdos, sus cuerdas de oro.
Y si silenciosa yace en mi retiro
baajo el viejo polvo de mis ilusiones,
al ligero roce de leve suspiro
remeda mis ayes en sus vibraciones.
Tiene el cristalino ritmo de las fuentes,
donde sus vasijas llenan las doncellas
de serenas almas y tranquilas frentes
y ojos de misterio como las estrellas.
Da todos los tonos y las armonías
de los sentimientos que engendran pasiones;
y da los acordes de las alegrías
y su arpegio late como corazones.
Aprendí a pulsarla, con la plañidera
dulce y lastimosa de un cariño rancio,
por el que ha florido tanta primavera
que suena en el trovo mi voz a cansancio.
Por eso mi lira no canta a las flores;
canta, las romanzas de tristes sucesos
que en almas sufridas dejaron dolores......
¡donde siempre acaban los primeros besos¡
Plaño en los breñales, donde el canto vibre
arrastrando aromas de albaida y resina.
Yo no canté nunca más que al aire libre
como los que tienen alma campesina.
Y este canto mío la virtud encierra
de que brota él solo cual silvestre flor;
por eso he vivido cantando a mi tierra
más que la ha cantado ningún trovador.
De no tener lira, mi alma la hiciera
por no dejar nunca de ser campesina,
con tres tallos verdes de la enredadera
tersos a lo largo de una vieja encina.