... y fue sólo aquella noche sin que lo supiese nadie. Cuando pasé tú besabas un clavel color de sangre y entre la flor y tu boca quedó prisionero el aire. ¡Quién fuera aquel prisionero que tuvo tan dulce cárcel! Yo a tí te dije: ¿Te vienes? y si al principio dudaste, pronto acabaron tus dudas, sentí gemir tus cristales y tus pies chiquirritines fueron bordando la calle. -¿Vamos a la Plaza Nueva? -¿Vámonos mejor al Parque? Corrióse arriba una estrella. -¡Mira qué lindo brillante! Tus manos de flor y espuma se posaron sobre el aire. -¿Te gusta mirar la noche? -Me gusta mejor mirarte. y estaba la noche aquella perfumada de azahares, borracha de luz de luna envolviéndose en romances. En el carmín de tus labios llegó la risa a cuajarse. , -¿Vamos y vemos la fuente? - Vámonos donde tú mandes. La luna rompió una nube que se le puso delante y en el cristal de la fuente llegó la luna a mirarse. -¿Y no te gusta la luna? -Me gusta mejor besarte. La luna guiñóme entonces, sentí que tembló tu carne... y fue solamente un beso sin que lo supiera nadie.