No me jaga usted, mi amo, más veces que baje al pueblo. Déjeme usted aquí en el campo. No me mueva usted del cerro que a la vera del ganao Quiero seguir siendo güeno. Aquí, que respiro el aire perfumao por el romero, por jarales y tomillos que esparcíos por el suelo nos ofrecen sus olores sin cobramos ningún sueldo. El aire que no es viciao como el aire de allá dentro que se cuela en los pulmones y con su lengua de fuego va matando poco a poco igual que mata un veneno. Aquí. que alumbra la luna por las noches desde el cielo con los reflejos de plata que despiden sus cabellos... y que si la luna falta siempre quedará remedio de seguirnos alumbrando con la luz de algún lucero. Aquí que tiendo la vista y diviso allá a lo lejos aquella Ermita mú blanca que tiene a la Virgen dentro... que esa sí que es de verdad lo mejor que tiene el pueblo. Aquí, que duermo arrullao por los quejíos del viento con la conciencia tranquila del que nada malo ha jecho. Aquí con mi perro fiel. ¡Cuánto me quiere mi perro! que se acuesta junto a mí de noche a velar mi sueño. Si es preciso, a defenderme con sus colmillos de acero. En el Pueblo tó es mentira. Toíto es mentira y enreo. Mentira son las mujeres que hasta cuando dan un beso van buscando la cartera pa cobrárselo en dinero. Son mentira sus amores y es mentira hasta su rezo cuando las vemos en misa cubiertas con el pañuelo. ¿Qué le rezan a la Virgen? ¡Eso quisiera yo verlo! Que allí van a criticar a toíto el mundo entero. - Mira que Fulana es fea y lleva mal puesto el velo- - Y aquella lleva un vestío arreglao con otro viejo- -Pues Zutana tiene un novio que no puede ser mas feo- - Y aquella vieja se pinta ¡Todo un puro chismorreo! Y si alguna se da cuenta que la mira algún mozuelo, saca corriendo del bolso un muy pequeñito espejo y mira si está mú guapa como sería su deseo. De los hombres... no hay que hablar Tós son falsos y embusteros. Sólo piensan en lucrarse. Solamente en el dinero. Sin que muerda su conciencia todo el mal que están haciendo. Las madres... ¡también mentira! Yo ni en las madres ya creo. que abandonan a sus hijos cuando se van de recreo en manos de gente extraña que no sentirán desvelo si de noche llora un niño porque tenga un mal ensueño. Y no es eso lo peor. Todo lo malo no es eso. Que algunas niegan al hijo la leche que da su seno para poder presumir de la esbeltez de su pecho. ¡Y eso no lo manda Dios! ¡Eso Dios no puede verlo! Por eso me queo aquí que aquí en el campo tó es cierto. En el Pueblo tó es mentira como lo sabe usted mesmo. Así que déjeme usted aquí solito en el cerro y no jaga usted, mi amo, más veces que baje al Pueblo.