DÉJEME USTED AQUÍ EN EL CERRO!
No me jaga usted, mi amo,
más veces que baje al pueblo.
Déjeme usted aquí en el campo.
No me mueva usted del cerro
que a la vera del ganao
Quiero seguir siendo güeno.
Aquí, que respiro el aire
perfumao por el romero,
por jarales y tomillos
que esparcíos por el suelo
nos ofrecen sus olores
sin cobramos ningún sueldo.
El aire que no es viciao
como el aire de allá dentro
que se cuela en los pulmones
y con su lengua de fuego
va matando poco a poco
igual que mata un veneno.
Aquí. que alumbra la luna
por las noches desde el cielo
con los reflejos de plata
que despiden sus cabellos...
y que si la luna falta
siempre quedará remedio
de seguirnos alumbrando
con la luz de algún lucero.
Aquí que tiendo la vista
y diviso allá a lo lejos
aquella Ermita mú blanca
que tiene a la Virgen dentro...
que esa sí que es de verdad
lo mejor que tiene el pueblo.
Aquí, que duermo arrullao
por los quejíos del viento
con la conciencia tranquila
del que nada malo ha jecho.
Aquí con mi perro fiel.
¡Cuánto me quiere mi perro!
que se acuesta junto a mí
de noche a velar mi sueño.
Si es preciso, a defenderme
con sus colmillos de acero.
En el Pueblo tó es mentira.
Toíto es mentira y enreo.
Mentira son las mujeres
que hasta cuando dan un beso
van buscando la cartera
pa cobrárselo en dinero.
Son mentira sus amores
y es mentira hasta su rezo
cuando las vemos en misa
cubiertas con el pañuelo.
¿Qué le rezan a la Virgen?
¡Eso quisiera yo verlo!
Que allí van a criticar
a toíto el mundo entero.
- Mira que Fulana es fea
y lleva mal puesto el velo-

 - Y aquella lleva un vestío
arreglao con otro viejo-
-Pues Zutana tiene un novio
que no puede ser mas feo-
- Y aquella vieja se pinta
¡Todo un puro chismorreo!
Y si alguna se da cuenta
que la mira algún mozuelo,
saca corriendo del bolso
un muy pequeñito espejo
y mira si está mú guapa
como sería su deseo. 
De los hombres... no hay que hablar
Tós son falsos y embusteros.
Sólo piensan en lucrarse.
Solamente en el dinero.
Sin que muerda su conciencia
todo el mal que están haciendo.
Las madres... ¡también mentira!
Yo ni en las madres ya creo.
que abandonan a sus hijos
cuando se van de recreo
en manos de gente extraña
que no sentirán desvelo
si de noche llora un niño
porque tenga un mal ensueño.
Y no es eso lo peor.
Todo lo malo no es eso.
Que algunas niegan al hijo
la leche que da su seno
para poder presumir
de la esbeltez de su pecho.
¡Y eso no lo manda Dios!
¡Eso Dios no puede verlo!
Por eso me queo aquí
que aquí en el campo tó es cierto.
En el Pueblo tó es mentira
como lo sabe usted mesmo.
Así que déjeme usted
aquí solito en el cerro
y no jaga usted, mi amo,
más veces que baje al Pueblo.