¿Por qué le diste el beso junto a la orilla del río? Dime: ¿Por qué la besaste si no te guió el cariño? ¿No viste cómo las aguas hicieron un remolino por no querer darle un beso sobre sus manos de armiño? No la besaron las aguas ni las piedras del camino se atrevieron a besarle la flor de su piececito. En cambio tú, hombre al fin, tuviste el desatino de llevarte las dulzuras de aquel clavelillo lindo. Cuando la viste llorando lo mismo que llora un niño, fue que perdió su pañuelo junto al cercano molino. Ahora es la mujer quien llora. Llora porque con cinismo fuiste a robarle un beso sin que mediara un cariño. No pases más por su lado cuando juegue junto al río. Déjala llorar su pena hasta que llegue el olvido, que fue muy grande tu daño y más grande tu delito al llevarte las dulzuras de aquel clavelillo lindo.