NUNCA DEBISTE BESARLA

¿Por qué le diste el beso
junto a la orilla del río?
Dime: ¿Por qué la besaste
si no te guió el cariño?
¿No viste cómo las aguas
hicieron un remolino
por no querer darle un beso
sobre sus manos de armiño?
No la besaron las aguas
ni las piedras del camino
se atrevieron a besarle
la flor de su piececito.
En cambio tú, hombre al fin,
tuviste el desatino
de llevarte las dulzuras
de aquel clavelillo lindo.
Cuando la viste llorando
lo mismo que llora un niño,
fue que perdió su pañuelo
junto al cercano molino.
Ahora es la mujer quien llora.
Llora porque con cinismo
fuiste a robarle un beso
sin que mediara un cariño.
No pases más por su lado
cuando juegue junto al río.
Déjala llorar su pena
hasta que llegue el olvido,
que fue muy grande tu daño
y más grande tu delito
al llevarte las dulzuras
de aquel clavelillo lindo.