ENE

Un vals me trajo la luz de otros tiempos; 
aventuras de príncipes barítonos
con cinturas delgadas, que el eco
las prendió a los cinco dedos
de mi mano derecha, 
pensando en madrugadas
cubiertas por la pátina del alba. 

Toqué la mandolina
con sonrisa de incrédulo
y al pasar por la noche reflejada, 
amaestré las aguas a bien oír conciertos. 

El manantial de Venus
brotó en dos surtidores
y regó todo el campo con su cuerpo. 

Florencia pide auxilio
porque la rapta el Arno
que lleva en su corriente
hojas secas de otoños ya pasados. 

Atravesé en mi huida
todo el renacimiento
y el mar me abrió sus brazos
y templó mis deseos.