Subido encima de un cacto, tararea el Amazonas el canto del papagayo, y porque no suene a hueco, en silencio se ha quitado el plumaje de su cuerpo. El Amazonas es bromista y apaga las flores de fuego que florecen en sus orillas. Los Andes mojan su cola áspera en el agua fría y enseñan dientes de roca. Un indio me ha preguntado con su voz de lengua rota por qué voy sin taparrabo.