HERIDO SIEMPRE, DESANGRADO A VECES

Herido siempre, desangrado a veces 
y ocultando mi sangre sin riberas 
llevo mis pasos presos entre nieblas 
y mis miradas van sobre cipreses.
Aún conservo en las uñas esta sangre 
que me dejó la carne de un momento 
empapado de lágrimas y miedo 
cuando vino a perderse entre mi carne.
Era sólo mi sangre quien llamaba 
en medio de aquel valle, de aquel bosque, 
y era sólo mi sangre, eran mis voces 
las que oían la lluvia sobre el agua.