LUCES DE LA CIUDAD BAJO LA NOCHE

A Rafael Consinos-Assens, gran Maestre del «Ultra»

Luces. Rosas de luces que se encienden en explosiones silenciosas hasta irrumpir en las retinas en mil fracasos, multiplicados por los horizontes y por el inmenso estuario azul del mar. Luces. Luces que surgen, suavemente, o bien con el ímpetu estelar con que fluiría la sangre a los miembros que hubiesen sido cercenados sobre un tajo de estrellas. Luces que se sumergen en el río, y tiemblan, como flores de légamo, o como rojas pupilas de borrachos que vomitasen vinos hediondos desde los pretiles de los puentes. Luces que brotan a la vida nocturna, en los cristales y en las torres, como rescoldos de la hoguera purpúrea del crepúsculo en que murió la tarde, voluptuosamente [...] por los rayos del sol herida por las jabalinas temblorosas de los relámpagos del estío. Luces de la ciudad que irrumpen en la noche ya poblada por el zumbido de las mil abejas del silencio. Luces que surgen en la sombra como rosas de sangre que fuesen extravasadas por las lunas de las ánforas plenas puestas en los intercolumnios de las vírgenes. Luces de las constelaciones que son como las mamas prodigiosas del torso azul de Urania que rezuman estrellas encendidas sobre los vastos finares y los ríos. Luces misteriosas de San Telmo ebrias sobre los mástiles, que están como empavesados con estrellas. Luces que en las cúpulas son pájaros de rotas alas temblorosas, nostálgicos de sol bajo la luna y ansiosos de partir en un gran vuelo, sobre los naranjos y sobre las salinas, en la fresca mañana ribereña, que traerá más luces aún en las blancas banderas de la aurora...