A FIÉSOLE

Esparce su dorada agrimensura,		
riego templado en sol, la luz celeste,		
a Fiésole, al jardín, al soto agreste,		
al ave, al ruiseñor de la espesura.		

El gótico ciprés, y en su verdura		
los céfiros y arpegios del Oeste		
que Florencia le envía. Su entorno es éste	
y el Arno es longitud y el Domo altura.		

Aquí tiene el silencio voz de hormiga		
y soledad el agua restaurada		
y el arco tiene en Dios su excelsa clave.		

Su ¡Ave, César! entona ya la espiga,		
gladiando con la hoz su rubia espada,		
y reza en el ciprés, cantando, el ave.