Fosa común de pájaros y fuentes eran tus ojos en la tarde ardida. Había un brillo cruel de luz mordida en tus labios sin besos y en tus dientes. Ayer dos corazones coincidentes, hoy dos bordes sangrantes de una herida, mañana doble sombra de guarida de sierpes y de lobos impacientes. Tú, aquí; él, por ahí: Porque no es buena la vida, no: No es justa y no es sagrada para quien muerde el fruto de la ciencia. Esa ciencia que nace de la pena de no verse mirada en su mirada, pedir amor y recibir paciencia.