ROMANCE II

Sale el sol y salís vos;
¿quién duda tema la tierra?:
que si el uno la hizo guerra
mejor se la han de hacer dos.

El uno sale encendido,
sin duda que está enojado,
como le habéis eclipsado,
si no enojado, corrido.

Vos, gallarda y orgullosa,
dais guerra con fuego al cielo,
y abrasáis, Lisi, sin duelo,
aquí enojada, aquí hermosa.

Aquél, vencido, procura
con sus armas su defensa,
y aunque son rayos su ofensa,
lo es mayor vuestra hermosura.

Defiende su parte el cielo,
y hasta pequeñas estrellas
prestan al sol sus centellas
para castigar el suelo.

La tierra no descuidada
roba desde sangre a perlas,
alegre de enriquecerlas
en vos, como el cielo airada.

Mas vos -cuan altiva, hermosa-
sus deseos despreciáis,
y que os robaron lloráis
lo que gozan perla y rosa.

No sigo tal parecer,
que ellas, con vos comparadas,
para ser de vos hurtadas
más hermosas han de ser.

Porque salga más galán
le da el Aurora su aliento,
mas sale vano su intento,
pues las flores os le dan.

El aire pensó tocalle,
dale el sol buen aire; erróse
Y aunque se le dio, corrióse,
pues vino el vuestro a afrentalle.

Vióse al fin que su grandeza
quiso, enojado, ofenderos;
mas quebraste sus aceros
mostrando vuestra altiveza.

Enojado y presuroso
-que es mozo y se corre el sol-,
de vergonzoso arrebol
lleno dejó el carro hermoso.

Escondióse, y sus enojos
por suplir, la oscura noche,
y por veros en su coche,
salió toda llena de ojos.